viernes, 8 de agosto de 2014

UN AMIGO EN LA AUTOPISTA-Anécdota en Panamá


UN AMIGO EN LA AUTOPISTA-Anécdota en Panamá

“No se olviden de hacer bien ni de la ayuda mutua, porque éstos son los sacrificios que agradan a Dios”-Hebreos 13:16

Con mi amigo Miguel salimos a caminar el domingo fuera del hotel donde nos hospedábamos en Panamá. (Nota: El hotel está en una zona bastante alejada de la ciudad de Panamá en una zona protegida donde hay mucha naturaleza).
Queríamos conocer los alrededores, pero era muy complicado porque el hotel estaba sobre la autopista Omar Torrijos. Caminando junto a la pista en sentido contrario a los autos para ver el tránsito, comenzamos una profunda y amena conversación. Miguel me contaba de su experiencia de vida y cómo ello nos podría ayudar a mejorar hoy. La verdad que estábamos muy entretenidos por nuestros intercambios de opiniones y más si estábamos en una capacitación de líderes de varios países de América que desean cambiar sus naciones.
En el camino encontramos en una curva y en plena autopista a un señor panameño con su menor hija y con su auto cortando el tráfico debido a problemas de su llanta y dirección. Juan como se llamaba el chofer, nos contó que él había ido a un llantero (técnico de llantas) para que le reparen y le coloquen una llanta, pero no lo habían hecho bien, ya que el accidente que había sufrido fue porque en la curva de la autopista la llanta se salió y perdió equilibrio y quedó casi en la mitad de la autopista.
Como la avenida Omar Torrijos es una vía rápida, en general, no hay tránsito de personas sino de autos a velocidad y casi nadie para. Y justo nosotros al verle en tan grande aprieto nos acercamos a ayudarle.
Una de las cosas que más le sorprendió a Juan es vernos (en la autopista nadie camina normalmente porque no hay casas, ni negocios cerca, todo está lejos) y nos identificamos y le dijimos que éramos cristianos y queríamos ayudarle. De un rostro muy nervioso y preocupado, cambió a un rostro relajado y comenzamos a ver a un hombre alegre y con muchas ganas de salir de esta situación. Nuestra ayuda inesperada fue de gran aliento para él.
Lamentablemente, la situación se complicó para Juan porque los hilos de las tuercas de la llanta se habían malogrado y no se podía colocar, ya que se ponían las tuercas y se salían. Probamos varias opciones, pero la situación se complicaba. Incluso quisimos cargar el auto entre tres, pero nos faltaba una mano.
A los minutos, apareció una camioneta con un joven que también quería ayudar.
En la preocupación, fui corriendo a buscar ayuda a la policía. Llegué a un puesto policial y un oficial pidió ayuda a su central, pero me dijo que se iban a demorar bastante tiempo.
Volví a la posición donde estaba Juan y entre los cuatro pudimos mover el auto de la autopista a un costado, ya que era muy peligroso para el auto ya que se exponía a un choque seguro y estaba obstaculizando el tráfico.
El joven de la camioneta se ofreció llevar a Juan a su casa para traer un remolque y nosotros volvimos al hotel.
Regresando con Miguel seguimos conversando y sobre todo pensando en cómo Dios nos había llevado a caminar por esa zona. Al final, comprendimos que el Señor nos llevó por ahí sólo para ayudar a Juan y entender que Él es soberano de todo.

PATG

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